La vida post-covid, ¿Cómo ha cambiado?

La pandemia ha cambiado nuestra forma de vivir, hace unos años nadie hubiera dicho que nuestros hábitos iban a variar tanto. Muchas de las relaciones con nuestros seres queridos se han transformado, pasamos más tiempo en casa, preferimos los planes al aire libre en vez de en algún lugar cerrado y a la vez soñamos con viajar y volver a recuperar nuestros planes. También trabajamos más horas, en parte por el teletrabajo, que no nos ayuda a encontrar el equilibrio entre la vida profesional y familiar, sufrimos más estrés y tenemos más sensación de soledad.

Tras muchos meses de incertidumbre la “normalidad” va volviendo a nuestras vidas, pero, sin duda, la crisis sanitaria ha transformado lo cotidiano.

¿Qué ha cambiado?

En primer lugar, nuestra forma de relacionarnos ha cambiado. Hemos reducido el contacto y modificado ciertas conductas que teníamos asumidas como naturales. Hemos cambiado el dinero en efectivo por las tarjetas, la mayoría de las compras las realizamos por internet y las tiendas físicas han dejado de ser un lugar al que acudir a la hora de tener que elegir si decantarnos por un producto u otro.  

La tecnología nos ha permitido seguir y continuar tanto con la actividad laboral como con la educativa, manifestándose como el motor para impulsar el cambio hacia la transformación digital.

El aumento de las compras online y la desaparición de las tiendas físicas traen consigo un nuevo modelo de ventas en las que las pymes y los pequeños comercios tienen que adaptarse al nuevo sistema de compras, redefiniendo el rol que ocupa la tienda física. Esta debe convertirse en algo que no sea solo una referencia para elegir los productos o servicios, sino como un espacio de experiencia. Si no existe un valor añadido, las visitas a las tiendas físicas dejan de ser atractivas, puesto que las transacciones como tal, el intercambio de productos puede efectuarse más cómodamente a través de la red, ahorrándonos el desplazamiento. Por ello, la tienda física debe tener ese atractivo de experiencia que despierte en el consumidor ganas de acudir para inspirarse, fidelizando así la relación con el cliente.

En este sentido, es importante resaltar la relación entre el vendedor y el comprador, que evoluciona también hacia un plano más virtual. Ya no se producen esos encuentros en las tiendas físicas con clientes anónimos, pero se personalizan las relaciones con los clientes a través de la red para mejorar su experiencia en el entorno online. Ofreciendo un trato virtual, pero individualizado, y una flexibilidad como valor imprescindible que ofrece al cliente disponibilidad inmediata y atención personalizada.

También es necesario no olvidar las cuestiones más prácticas, como tener habilitados todos los canales de pago posibles, para facilitar lo máximo la transacciones, así como tener facilidades a la hora de las recogidas, entregas y devoluciones de productos.

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